jueves, 9 de enero de 2014
EDUCADORAS
Un niño y un adulto son completamente diferentes. El Señor Jesús nos orientó en su palabra a ser como niños si deseamos entrar en el Reino de los Cielos. Pero vamos a analizar, ¿qué actitudes tienen los niños que los hacen merecedores del Reino de Dios?
Un niño tiene el corazón puro. No guarda rencor, aún si es reprendido, no permite que el orgullo manche su corazón.
Un niño tiene fe. Cree, confía, si uno le hace una promesa no duda, sino que se lanza en los brazos de quien promete.
Un niño es sensible al dolor de los demás. Quien tiene hijos sabe que ellos son sensibles al dolor y al sufrimiento, aunque uno no lo exprese y buscan aliviarlo de alguna forma.
Un niño ama con sinceridad. Un niño no ama por la posición económica o social, o por la apariencia, sino que da su amor sin esperar nada a cambio.
Es importante que cultivemos estas actitudes en nosotros, para poder entrar en el Reino de Dios. Los niños pueden enseñarnos mucho, ¿no cree usted?
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